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India y Pakistán están dando forma a los contornos de la nueva guerra fría

Escrito por Andrew Korybko via OneWorld


El sur de Asia se ha convertido repentinamente en el punto central de la Nueva Guerra Fría, en el sentido de que sus dos países más poderosos están dando forma a algunos de sus contornos más importantes debido a sus respectivas políticas hacia Rusia. La mayoría de los observadores aún no han tomado conciencia de esta gran dinámica estratégica, pero inevitablemente se darán cuenta de su importancia más pronto que tarde.

Uno de los resultados más impactantes a nivel mundial de la actual operación militar especial de Rusia en Ucrania es la aparición de India como válvula indispensable de ese país frente a la presión occidental. Este Estado del sur de Asia practica una política de neutralidad de principios al negarse a votar en contra de su socio estratégico especial y privilegiado desde hace medio siglo en la ONU. De acuerdo con ello, fue pionero en un mecanismo de rupias-rublo para continuar el comercio bilateral, que se ha concretado en la compra con descuento de petróleo, carbón y carbón de coque para el acero. Se siguen recibiendo equipos técnico-militares, como los sistemas antiaéreos S-400, del principal proveedor de India, y Nueva Delhi está planeando exportar más productos agrícolas y farmacéuticos a Rusia a través del Corredor de Transporte Norte-Sur (NSTC) por medio de su mutuo socio iraní, con el fin de ayudar a esa Gran Potencia a satisfacer las necesidades pertinentes de su pueblo en medio de las sanciones occidentales lideradas por Estados Unidos.

Por lo tanto, no es exagerado concluir objetivamente que India se ha convertido en el principal aliado de Rusia en todo el mundo en este momento, superando incluso a China, que no ha demostrado ser tan indispensable como válvula de escape de la presión occidental, aunque sigue funcionando como tal a su manera. Este acontecimiento ha tenido realmente un impacto global, ya que ha evitado la dependencia potencialmente desproporcionada de Rusia con respecto a China, que muchos esperaban que fuera un hecho consumado de este conflicto. La consecuencia geoestratégica de este hecho es tremenda, ya que ha propiciado directamente la aparición de un tercer polo de influencia en el orden mundial, cada vez más bipolar, que ha llegado a definirse en gran medida de un modo u otro por la competencia global entre las superpotencias estadounidense y china. Esto, a su vez, se alinea perfectamente con la visión compartida de Rusia y India del “Neo-NAM”.

Ese concepto se refiere a sus esfuerzos por reunir un nuevo Movimiento de los No Alineados para romper la actual fase bipolar de la transición sistémica mundial y acelerar así su evolución final hacia la multipolaridad. Irán ha llegado a desempeñar un papel clave en este proceso en virtud de su posición geográfica para facilitar el comercio entre Rusia y India a través de la NSTC y también para permitir a India entrar en Asia Central, desde donde Rusia espera que equilibre la influencia china de forma amistosa, amable y no hostil. A cambio, se espera que India facilite el regreso de Rusia al sur de Asia abriendo las puertas de los países de su entorno que se consideran cercanos a ella. Desde el punto de vista geoestratégico, su emergente Neo-NAM atraviesa el centro de Eurasia y conecta el Océano Ártico con el Océano Índico, además de estar entre la esfera de influencia de Estados Unidos en Eurasia Occidental (UE) y China en Eurasia Oriental.

Además, la inclusión crucial de Irán en esta red emergente significa que también forma parte del “Pivote Ummah” de Rusia hacia los países mayoritariamente musulmanes más allá de su frontera sur que Moscú ha estado persiguiendo desde su intervención antiterrorista en Siria en 2015 y los intentos relacionados de convertirse en el hacedor de reyes diplomático regional a través de su papel insustituible en la determinación del resultado de ese conflicto por delegación. Se esperaba que el rápido acercamiento de Rusia a Pakistán en los últimos años permitiera a Moscú mantener un equilibrio entre Nueva Delhi y Teherán dentro de su Gran Asociación Euroasiática (GEP), que se refiere a la gran estrategia del Kremlin para conectar el supercontinente a lo largo del siglo 21 y dentro de la cual se están desarrollando sus complementarios Neo-NAM y Ummah Pivot. Sea como fuere, estos cálculos estratégicos podrían cambiar un poco a la luz de los recientes acontecimientos en ese país.

La destitución del ex primer ministro Imran Khan, que él mismo ha descrito como un cambio de régimen orquestado por Estados Unidos contra él, a pesar de que las nuevas autoridades de la coalición, respaldadas por el establishment, insisten en que se trató de un proceso político constitucional y puramente interno, ha suscitado especulaciones sobre la posibilidad de que el país comience a recalibrar su propio acto de equilibrio euroasiático mejorando los lazos con Estados Unidos. Los imperativos, las variables y las consecuencias de que eso ocurra se describieron con detalle en el hipervínculo anterior y deberían ser leídos en su totalidad por quienes estén interesados en saber más sobre este escenario. Su relevancia para el presente análisis radica en que las nuevas autoridades de la coalición de Pakistán podrían ralentizar el ritmo del rápido acercamiento de su país a Rusia, ya sea por prerrogativa propia o por presión de Estados Unidos, como parte de sus esperados intentos de mejorar sus problemáticos lazos con Estados Unidos.

Si eso ocurriera, Pakistán dejaría de cumplir el papel de equilibrio que ha desempeñado hasta ahora en el GEP de Rusia, lo que por defecto mejoraría la importancia de India e Irán dentro de su gran estrategia del siglo 21 . Por lo tanto, los responsables pertinentes de las formulaciones políticas de Islamabad harían bien en considerar si ese resultado esperado es de su agrado o no. Para ser absolutamente claros, cualquier papel potencialmente mayor que desempeñen India y/o Irán en la GEP de Rusia no iría en detrimento de Pakistán per se, pero algunos dentro del país podrían percibirlo así teniendo en cuenta lo sensibles que son sus relaciones con esos dos países vecinos. Tendrán que deliberar sobre los pros y los contras, desde su perspectiva, de ralentizar potencialmente el ritmo de su rápido acercamiento a Rusia como un especulativo quid pro quo para mejorar los lazos con Estados Unidos.

La tendencia más amplia en juego es que India y Pakistán están desempeñando papeles importantes en la remodelación del equilibrio de influencia mundial en la Nueva Guerra Fría. El primero acudió al rescate de Rusia convirtiéndose en su válvula indispensable frente a las presiones occidentales y, por tanto, acelerando en gran medida el desarrollo de su visión compartida del Neo-NAM, al asegurar que su mutuo socio iraní esté al frente y en el centro de esta red emergente. El reciente cambio de gobierno de Pakistán, por su parte, ha sorprendido a todo el mundo, incluida Rusia, que esperaba que siguiera funcionando como medio para garantizar el equilibrio entre India e Irán dentro de su GEP. Ya no se puede dar por sentado que Islamabad vaya a desempeñar ese papel tras las especulaciones de que sus nuevas autoridades de coalición tienen la intención de mejorar los lazos con Estados Unidos y podrían hacerlo ralentizando el ritmo de su acercamiento a Rusia.

Lo que todo esto sugiere es que el sur de Asia se ha convertido repentinamente en el punto central de la Nueva Guerra Fría, en el sentido de que sus dos países más poderosos están dando forma a algunos de sus contornos más importantes debido a sus respectivas políticas hacia Rusia. La de India está grabada en piedra y es improbable que cambie de forma negativa, mientras que la de Pakistán está repentinamente en el aire tras su inesperado cambio de gobierno que se llevó a cabo en un contexto nacional e internacional muy escandaloso teniendo en cuenta las dramáticas acusaciones del ex primer ministro Khan. Esta incertidumbre también ha creado oportunidades estratégicas para Estados Unidos dentro de la región, sobre todo en lo que respecta a su esfuerzo por reafirmar su decreciente influencia en la zona intentando volver a dividir y gobernar India y Pakistán. La mayoría de los observadores aún no han tomado conciencia de esta gran dinámica estratégica, pero inevitablemente se darán cuenta de su importancia más pronto que tarde.

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