Escrito por Andrew Korybko via OneWorld

El doble propósito del bloque de frustrar conjuntamente las amenazas no convencionales compartidas y ser pionero en las oportunidades de conectividad integral en todo el supercontinente le permite funcionar como el núcleo de la multipolaridad en el siglo 21.
La cumbre de jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), celebrada en Dushanbe, capital de Tayikistán, a mediados de septiembre, celebró el vigésimo aniversario del bloque. Conocida originalmente como los Cinco de Shangai, reunió a China y a sus cuatro antiguas repúblicas soviéticas vecinas para resolver sus diferencias fronterizas pendientes en aquel momento. La finalización con éxito de este proceso, así como la eventual inclusión de Uzbekistán en el grupo, hizo que se rebautizara como la OCS y se ampliara su propósito.
La Carta de la OCS hace hincapié en el interés de sus miembros por contener conjuntamente las tres amenazas compartidas del separatismo, el terrorismo y el extremismo. Desde entonces, el bloque se ha ampliado para incluir a India, Irán y Pakistán como miembros formales. Afganistán, Bielorrusia y Mongolia son observadores, mientras que Armenia, Azerbaiyán, Camboya, Nepal, Sri Lanka y Turquía son socios de diálogo. La OCS es una organización inclusiva que continuará expandiéndose en el futuro, ya que sus objetivos coinciden con los de todos los demás Estados amantes de la paz que se ven amenazados por este tipo de amenazas no convencionales.
La OCS no se limita a garantizar la seguridad física, ya que el bloque ha intentado recientemente promover la conectividad global entre sus miembros. Muchos miembros de la OCS también forman parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) de Beijing o de la Unión Económica Euroasiática (UEE) de Moscú, por lo que los objetivos de integración se solapan. Por estas razones, también están cooperando en la expansión de los vínculos comerciales y financieros, lo que reforzará la seguridad blanda de sus miembros al promover su estabilidad socioeconómica.
El presidente chino, Xi Jinping, respaldó esta visión al dirigirse a la cumbre por vídeo. Instó a los países de la OCS a seguir abriéndose y cooperando para facilitar el desarrollo y la vitalidad de los demás. Esto les permitirá crear una comunidad de futuro compartido para garantizar de forma sostenible la paz y la prosperidad común en todo el mundo. El líder chino observó cómo el bloque ya ha contribuido tanto en la teoría como en la práctica a la hora de construir un nuevo tipo de relaciones internacionales.
El Presidente Xi tiene razón. Lo especial de la OCS es que representa una nueva forma de asociación en el emergente orden mundial multipolar. En lugar de estar dirigida contra terceras partes y tener una jerarquía interna como la OTAN y la Quad lideradas por Estados Unidos, por ejemplo, no tiene oponentes a nivel estatal y sus miembros son iguales entre sí. Por tanto, este bloque encarna el principio de las relaciones mutuamente beneficiosas (win-win), en contraposición a la anticuada noción de las de suma cero que siempre avanzan a costa de otro.
En la actualidad, el mayor desafío para la OCS proviene del Afganistán de la posguerra, tras el rápido regreso de los talibanes al poder en ese país el mes pasado, después de la caótica retirada de Occidente. La OCS podría contribuir a la seguridad blanda de Afganistán mediante el suministro de apoyo socioeconómico para evitar su inminente crisis humanitaria. En consonancia con el espíritu de la reciente visión de conectividad de la OCS, sus miembros también podrían tratar de incorporar el Afganistán de los talibanes a sus respectivos planes.
La OCS nunca se había enfrentado a un reto como el de la posguerra de Afganistán, pero se espera que el bloque lo maneje todo con gran eficacia. Se necesitará tiempo para ver resultados, pero algunos de sus miembros, como China, Pakistán y Rusia, ya están liderando el camino para ayudar a estabilizar a su socio común. Al centrarse en el avance de los objetivos complementarios de seguridad dura y blanda, respetando la soberanía de todos, la OCS tendrá éxito donde la OTAN fracasó en Afganistán.
Estos objetivos podrían alcanzarse más directamente mediante una combinación de tres medios. En primer lugar, la Estructura Regional Antiterrorista (ERA) de la OCS podría facilitar el intercambio de información relevante sobre drogas, tráfico de personas y grupos terroristas entre los miembros del bloque. En segundo lugar, el Grupo de Contacto OCS-Afganistán podría desempeñar un papel más importante en la gestión de los vínculos de Kabul con la organización y ser pionero en la búsqueda de soluciones socioeconómicas pertinentes, como el suministro de la tan necesaria ayuda humanitaria a quienes la necesitan con mayor urgencia.
En tercer lugar, la OCS puede cooperar con la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), dirigida por Rusia, que es un pacto de defensa mutua formado por antiguas repúblicas soviéticas. Hay una estrecha coincidencia de miembros en ambas plataformas. Todos estos países están preocupados por el riesgo de amenazas a la seguridad de origen afgano, especialmente el vecino Tayikistán, que participa en ambas plataformas. Por lo tanto, estas estructuras podrían coordinar sus políticas pertinentes para evitar redundancias y aumentar así su eficacia general.
En conjunto, está claro que la OCS es la organización de seguridad más eficaz de Eurasia y la única capaz de estabilizar Afganistán, algo que otros han intentado hacer unilateralmente durante décadas, pero siempre han fracasado. El doble propósito del bloque de frustrar conjuntamente las amenazas no convencionales compartidas y ser pionero en las oportunidades de conectividad integral en todo el supercontinente le permite funcionar como el núcleo de la multipolaridad en el siglo 21. Por tanto, el Presidente Xi tiene razón al elogiar las polifacéticas contribuciones de la OCS al mundo.