Escrito por Andrew Korybko via OneWorld

La conclusión es que las relaciones ruso-iraníes son una de las bases de la multipolaridad en el hemisferio oriental, sin la cual las relaciones indo-rusas no podrían ni siquiera considerar acercarse a todo su potencial de cambio de juego.
El viaje del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Lavrov, a Irán ha atraído una enorme atención internacional dado el creciente papel de la República Islámica en la gran estrategia de su Gran Potencia. También se produce después de que Irán sea cada vez más activo en la escena diplomática tras enviar a su ministro de Asuntos Exteriores a India y recibir a varios líderes de Asia Central.
La razón de todo esto es que Irán se está convirtiendo en el núcleo de los proyectos de conectividad euroasiáticos, que en el caso de Rusia, lo convierten en la puerta de entrada a India.
El destino del Corredor de Transporte Norte-Sur (NSTC) fue incierto durante los últimos años, pero recientemente ha recibido un segundo aire como resultado de los dramáticos acontecimientos de principios de este año. Las sanciones occidentales lideradas por Estados Unidos que se impusieron en respuesta a la operación militar especial en curso de Rusia en Ucrania prácticamente aislaron a Moscú de la mayoría de los corredores logísticos internacionales, siendo el NSTC en la actualidad el único al que realmente sigue teniendo acceso.
En un instante, la importancia de Irán para la gran estrategia rusa se disparó sin precedentes al darse cuenta el Kremlin de que la ruta más viable hacia su especial y privilegiado socio indio pasa por la República Islámica. Con India funcionando como válvula insustituible de Rusia frente a la presión occidental, que a su vez evitó de forma preventiva su dependencia potencialmente desproporcionada de China y garantizó así la autonomía estratégica de esa Gran Potencia, es más urgente que nunca que ambas cooperen más estrechamente.
Esto explica por qué se alían con Irán para crear un tercer polo de influencia en la actual fase intermedia bimultipolar de la transición sistémica global hacia la multipolaridad, que es la mitad euroasiática de la gran estrategia de doble tripolaridad de India, que también incluye a la ASEAN en el Indo-Pacífico. Sin embargo, esta segunda dimensión no es tan relevante para Rusia, ya que Moscú apenas ejerce influencia en el sudeste asiático, donde Irán es su máxima prioridad.
Por tanto, los observadores deberían prestar atención a esta tendencia, ya que representa varias capas de oportunidades multipolares. En primer lugar, las relaciones ruso-iraníes son significativas en sí mismas, pero en segundo lugar, también funcionan como puerta de entrada a India. En tercer lugar, las relaciones entre Rusia e India están dando forma al emergente Orden Mundial Multipolar, mientras que estos dos se unen a Irán en la cuarta observación para crear un tercer polo de influencia. Y por último, todas estas tendencias están reforzando la integración euroasiática.
La conclusión es que las relaciones ruso-iraníes son, por tanto, una de las bases de la multipolaridad en el hemisferio oriental, sin la cual las relaciones indo-rusas no podrían ni siquiera considerar acercarse a todo su potencial de cambio. La República Islámica es muy consciente de ello y por eso participa activamente en este proceso multipolar trilateral, que planea aprovechar para convertirse en una Gran Potencia a tener en cuenta durante la próxima década.