Escrito por Andrew Korybko via OneWorld

Al negarse a que esto ocurra, Etiopía está haciendo gala de su autonomía estratégica, liderando mediante ejemplo al resto de África, lo que concuerda con su papel histórico en el continente. Esta posición es aún más impresionante si se tiene en cuenta que la Guerra Híbrida del Terror impulsada por el TPLF fue desatada por Estados Unidos contra este país como castigo por su política exterior equilibrada, lo que demuestra que el conflicto fracasó por completo al eliminar la independencia de Etiopía.
El embajador de Etiopía en Rusia, Alemayehu Tegenu Aargau, dijo en una entrevista con Sputnik que su país no permitirá que Estados Unidos legisle su relación con Rusia.
Se le preguntó por la “Ley para contrarrestar las actividades rusas malignas en África“, presentada por el Congreso a finales de abril, que exigirá al Departamento de Estado que “evalúe periódicamente la escala y el alcance de la influencia y las actividades de la Federación Rusa en África que socavan los objetivos e intereses de Estados Unidos” y que determine cómo podría responder Estados Unidos a su rival mediante programas orientados a la “democracia”.
El principal diplomático de Etiopía en Moscú dijo que “Sí, he oído hablar de él [el proyecto de ley]. Mire, Etiopía es un país soberano; mantenemos todas las relaciones y contactos con cualquier Estado en función de nuestro interés nacional, nuestra dignidad nacional y nuestra soberanía. Nuestras relaciones exteriores sólo serán gestionadas por nosotros mismos, no por ningún otro Estado. Esta es la norma de Etiopía con respecto a cualquier proyecto de ley. Etiopía quiere reforzar la cooperación bilateral con Rusia. Somos un país independiente que puede decidir sobre nuestros propios asuntos”. Esta postura se ajusta al derecho internacional y persigue los intereses nacionales objetivos de su país.
En concreto, se trata de ampliar la cooperación con los países que, como Rusia, lideran la transición sistémica mundial hacia la multipolaridad. Una de las formas que adopta esto es el deseo de Etiopía de participar en la plataforma de multipolaridad financiera de Rusia, de la que el embajador Alemayehu también habló en su entrevista con Sputnik. Para ser absolutamente claro, las relaciones entre Etiopía y Rusia no están dirigidas contra terceros, sino que son mutuamente beneficiosas y están dirigidas a acelerar el emergente Orden Mundial Multipolar que beneficia a la gran mayoría de la humanidad que reside en el Sur Global.
Ningún país con respeto propio, y mucho menos la cuna histórica del antiimperialismo y el panafricanismo que es Etiopía, permitiría jamás que un país extranjero legislara sus intereses con cualquier otro. Lo que Estados Unidos está intentando hacer en toda África con su acto mencionado anteriormente es reafirmar su decadente hegemonía unipolar a través de medios neoimperiales. Sus representantes se consideran arrogantemente virreyes sobre las docenas de países de ese continente, lo que en realidad es racista, sean conscientes de ello o no. Estados Unidos no tiene ningún derecho a inmiscuirse en su política exterior, especialmente en la de Rusia.
Al negarse a que esto ocurra, Etiopía está haciendo gala de su autonomía estratégica y liderando con el ejemplo al resto de África, lo que concuerda con su papel histórico en el continente. Esta posición es aún más impresionante si se tiene en cuenta que la Guerra Híbrida del Terror impulsada por el TPLF fue desatada por Estados Unidos contra este país como castigo por su política exterior equilibrada, lo que demuestra que el conflicto fracasó por completo a la hora de eliminar la independencia de Etiopía. Por el contrario, Etiopía está redoblando su compromiso de convertirse en el líder africano de la multipolaridad, como demuestra la priorización de sus relaciones con Rusia.