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China, India, Irán y Pakistán acaban de adquirir mucha más importancia para Rusia

Escrito por Andrew Korybko via OneWorld


La gran reorientación estratégica de Rusia hacia países no-occidentales, iniciada en 2014, se acelerará sin duda a la luz de los recientes acontecimientos en Europa del Este y verá cómo China, India, Irán y Pakistán adquieren para ella una importancia mucho mayor que antes. Estos países, por no hablar de las Repúblicas de Asia Central en las que Rusia cooperará estrechamente con cada uno de esos cuatro, constituyen la base de su Gran Asociación Euroasiática.

La gran reorientación estratégica de Rusia para alejarse de Occidente, iniciada en 2014, se acelerará tras las sanciones sin precedentes de ese bloque liderado por Estados Unidos y otras respuestas tras el inicio de la operación especial de Moscú en Ucrania la semana pasada.

El Kremlin ya había cultivado excelentes relaciones con China, India, Irán y Pakistán, cada uno de los cuales desempeña un papel crucial en su Gran Asociación Euroasiática (GEP), pero todos ellos se han vuelto mucho más importantes que antes a la luz de estas circunstancias nuevas pero no necesariamente inesperadas. Este artículo explicará brevemente por qué, con la intención de informar al público de los contornos más amplios de la gran estrategia multipolar de Rusia.

El detallado artículo del autor de finales de enero sobre “La importancia de la interacción entre China e India para la gran estrategia rusa” es una lectura esencial, pero para quienes no tengan tiempo, básicamente plantea que la primera desempeña el papel de facilitar conjuntamente el emergente orden mundial multipolar, mientras que la segunda ayuda a gestionar la prolongada fase de transición bimultipolar. En el contexto actual, Rusia se verá casi inevitablemente obligada a recurrir a China en busca de ayuda financiera y de otro tipo con el tiempo, pero es de esperar que para entonces ya haya logrado el éxito en los otros tres vectores de su GEP para que Beijing le ofrezca mejores tratos que si no lo hubiera hecho.  

Para ello, es necesario realizar progresos tangibles en la creación conjunta de un nuevo Movimiento de Países No Alineados (“Neo-NAM“) con India, que podría tener su primer éxito en Asia Central antes de ampliarse a partes de África y, posteriormente, al Sudeste Asiático. El objetivo es no parecer “desesperado” al dirigirse a China en busca de ayuda, para que Rusia no reciba los acuerdos más óptimos de la República Popular. Esto no implica que la Gran Potencia de Asia Oriental vaya a “aprovecharse” de la euroasiática, sino que ciertamente habrá algunos costes asociados al tratar con ella debido a las amenazas de sanciones secundarias de EE.UU. y su bloque occidental por extender la ayuda financiera y de otro tipo a Moscú, por lo que Beijing hará que valga la pena.

India también se verá sometida a este tipo de presiones, pero hasta ahora ha demostrado ser impresionantemente autónoma en cuanto a su gran estrategia, como demuestra su negativa a someterse a las exigencias implícitas de Occidente para que condene a Rusia en las últimas semanas. Al gestionar de forma múltiple sus estrechas relaciones con China e India, la primera de las cuales se espera que adopte sobre todo una forma financiera-tecnológica, mientras que la segunda será probablemente más estratégica, Rusia puede esperar aumentar las perspectivas de obtener lo mejor de su cooperación con ambas. Trabajar más estrechamente con Irán también reforzará estas posibilidades, ya que la República Islámica tiene un enorme potencial energético, económico, productivo y de otro tipo sin explotar.

Además, Irán mantiene excelentes lazos con China e India, el primero de los cuales firmó un pacto de asociación estratégica de 25 años con él la pasada primavera, mientras que el segundo depende de él para acceder a Asia Central, donde Moscú le anima a ampliar su influencia en pos de su gran estrategia conjunta Neo-NAM de equilibrar la fase de transición bimultipolar del emergente Orden Mundial Multipolar. Irán, cuidadoso como siempre de evitar de forma preventiva una dependencia desproporcionada de un socio determinado, podría inclinarse por equilibrar la próxima influencia de China a través de la energía, la logística, la técnica y otras formas de asociación estratégica con Rusia.

Además, merece la pena mencionar que Irán apoya más abiertamente a Rusia en el transcurso de su operación especial en Ucrania, mientras que China y, especialmente, India se han mantenido más neutrales por razones comprensibles, lo que sigue siendo beneficioso para Rusia pero que, sin embargo, habla del compromiso literalmente ideológico de Teherán de contrarrestar a Occidente y apoyar a sus socios más cercanos que comparten el mismo objetivo. Esto hace pensar que sus autoridades considerarán apoyarse en Rusia e India para equilibrar a China de forma amistosa, amable y no hostil. La República Islámica puede muy bien convertirse en el gran punto estratégico de convergencia entre ellos y, por tanto, obtener los máximos beneficios de los tres.

Hay algo más que decir sobre las relaciones ruso-iraníes, y es la posibilidad de que las empresas energéticas del primero inviertan mucho más en los campos del segundo. Tras el posible levantamiento de las sanciones unilaterales de Estados Unidos contra Teherán, Moscú podría seguir obteniendo beneficios a través de estas asociaciones conjuntas y, por tanto, obtener un importante acceso a las divisas que le ayuden a compensar las consecuencias de las nuevas restricciones económico-financieras de Occidente en su contra. El mundo sigue necesitando combustibles fósiles para funcionar, por lo que no es realista esperar que ese bloque sancione los proyectos energéticos conjuntos ruso-iraníes. Incluso si lo hicieran, los países no occidentales podrían seguir firmando contratos de suministro con ellos, ya que simplemente necesitan la energía.

Las relaciones ruso-paquistaníes carecen de la importancia económica y financiera de los otros tres países ya comentados, pero lo compensan con creces en cuanto a su importancia militar-estratégica. La crisis afgana no puede resolverse sin que Islamabad desempeñe un papel destacado en la solución política y humanitaria. Ningún país conoce mejor Afganistán que Pakistán, con el que Rusia coopera muy estrechamente para contener las numerosas crisis del primero, incluidas las humanitarias y terroristas que se agravaron con la caótica evacuación de Occidente el pasado agosto. Sencillamente, la asociación ruso-pakistaní se ha convertido en un eje crucial de estabilidad en Eurasia Central.

También resulta prometedora su cooperación en materia de energía, conectividad e inversiones, aunque ciertamente estas tres tardarán en madurar. No obstante, podría decirse que Pakistán es el más importante de los cuatro socios no occidentales examinados por Rusia en el sentido de la seguridad, debido al papel que desempeña en la gestión de la crisis afgana, que para Rusia es la segunda después de la ucraniana. Si todo se descontrola allí, los caóticos acontecimientos kazajos del pasado mes de enero podrían, por desgracia, reproducirse con desenfreno por toda Asia Central, planteando así una crisis de seguridad potencialmente existencial para Rusia de naturaleza no convencional que complemente la convencional de Ucrania.

Volviendo a la Asociación Estratégica Ruso-China, que sirve de doble motor del emergente Orden Mundial Multipolar, Moscú debería, por tanto, esperar a acercarse a Beijing para solicitar ayuda financiera, tecnológica y de otro tipo hasta que haya logrado un progreso más tangible en sus respectivas asociaciones estratégicas con India e Irán. El aspecto pakistaní no puede presentarse a China de la misma manera que los otros dos en el contexto que se sugiere, pero aún así impresionaría a Beijing ver lo estrechamente que cooperan Moscú y sus hermanos de hierro en Islamabad si hicieran aún más juntos de lo que ya hacen ahora, especialmente si son pioneros en un corredor trans-euroasiático a través de Afganistán.

La tendencia general es que la gran reorientación estratégica de Rusia hacia los países no occidentales, que comenzó en 2014 pero que sin duda se acelerará a la luz de los recientes acontecimientos en Europa del Este, hará que China, India, Irán y Pakistán sean mucho más importantes para ella que antes. Estos países, por no hablar de las Repúblicas de Asia Central en las que Rusia cooperará estrechamente con cada uno de esos cuatro, constituyen la base de su GEP. Por lo tanto, es fundamental que la gran potencia euroasiática aproveche con maestría sus relaciones con ellos con vistas a su previsto acto de equilibrio en todo el supercontinente, a fin de mantener la estabilidad en él de forma sostenible frente a las tramas de “divide y vencerás” de Estados Unidos y ayudar a amortiguar el impacto de las sanciones de Occidente.

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